Hacia el oeste se encontraba el Pabellón de caza. Durante un millón de mañanas acudí a él, era el lado B del Club dorado de los Alpes.
Sólo a eso podía aspirar y el sueño del Weatherby cada vez más lejos.
Mi estilo era el americano, de "caza limpa", matar a un animal de cada especie y cazarlo en su lugar de origen.
Mi mayor premio, un ciervo colorado de 15 puntas, ganado en el corazón de las montañas.

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